Esta hoja no tiene más pretensiones que plasmar por escrito, para no olvidarme de aquellos momentos o situaciones que provocaron en mí una sonrisa, preferentemente historias relacionados con la socarronería del hombre o mujer del campo canario, o como decimos aquí, de los magos o maúros.

Cristobita, de La Breña




José Rodríguez García (Cristobita). Nació el 10 de Julio de 1934, en Lomo Magullo (Telde), aunque vive en La Breña, lugar del mismo municipio. Tiene, por tanto, 75 años cumplidos. Sencillo, simpático, alegre, educado, respetuoso… Es una delicia charlar con él.
Sus habilidades más notables son éstas: Estupendo bailarín –le habrán visto ustedes en televisión- y posee una memoria a prueba de bombas. Mientras hablábamos, durante un baile de taifas, varias mujeres conocidas de Pancho le pidieron, en voz baja:

-¡Dígale a Cristobita que me saque a bailar!.

Es una maravilla verle danzar en círculos, apoyado siempre en la punta de su pie izquierdo. Según dicen sus parejas de baile: ¡Es livianísimo!.
En el transcurso de la conversación contó esta historia que me sorprendió por su gracia. Fue una contestación a mi pregunta:
-¿Si su nombre es José, porqué le dicen Cristóbal?
Ahí va la respuesta, sin añadidos.

Nací el día de San Cristóbal y me quitaron el nombre. Le voy a decir como fue. Yo a mi hermano le llamo José y mi hermano me llama a mí, Cristóbal. Tenemos el nombre cambiado. Cuando yo nací, nací en Lomo Magullo, no nací en La Breña. Y entonces….., mi padre fue a apuntarme al Ayuntamiento y me puso José, igual que él. Mi padre se llama José.
Al siguiente día, vinieron mis abuelos y le preguntaron a mi padre
-¿Como se llama el chiquillo?
-¡José!
Nací el día de San Cristóbal, ¡eh! .Y mis abuelos se echaron a llorar. Porque se les había muerto hacía poco tiempo un hijo que se llamaba Cristóbal, de 9 años.
Y mi padre dijo:
-¡Pues se llama Cristóbal!
Y todo el mundo me llamó Cristóbal. Cuando nació el otro, lo apuntaron Cristóbal y mi padre le dijo a mi abuelo:
-¡Ahora le cambiamos el nombre!
Y mi abuelo dijo: ¡No, no!
Pues seguí Cristóbal y mi hermano José.

¿Que les parece la historia?
Y siguió….

Cuando fui al cuartel me tuve que aprender bien el apellido Montelongo. Era el soldado que estaba en la lista antes de mí. Después de él, decían José Rodríguez –que soy yo- y no me daba cuenta. Pá no equivocarme, cuando decían Montelongo, ya estaba preparado porque detrás de él, me nombraban a mi.

En otro orden de cosas, Cristobita se sabe refranes y letras de puntos cubanos muy antiguos. Aunque recogí bastantes, les ofrezco estos tres:


1.- El comelón

En dos horas por el reloj
Me comí un saco de arroz
Siete vacas y un ternero
También me comí un cordero
Y de papas, un serón
Cien kilos de salchichón
Doscientos de huevos fritos
Y como comía poquito
me decían el comelón


2.- Canarias y Cuba

Canarias tiene terrenos
Mejores que los de Cuba
Donde se cosechan uvas,
Trigo, cebada y centeno
Y tabaco no tenemos,
Porque la tierra no deja
Tenemos vacas y ovejas
Canarias es un gran tesoro
Y sin embargo se quejan


3.- Distinta comida

Para mi mujer, cebollas
Y para mí, carne asada
Porque cada uno come
Lo que le agrada.


Un saludo cordial y ¡¡ Feliz Navidad a todos!!



Romería de los Labradores año 2009



No tengo el cartel de la Romería de Los Labradores de este año. Lo he extraviado entre mis archivos. Espero subirlo esta tarde. Mientras tanto, aquí va esta foto de la fiesta para animarles a asistir. Eso sí, vestidos con la ropa apropiada para el evento, sin olvidarse el timplillo y la guitarra. 
Es el domingo, 20 de diciembre en Santa Lucía de Tirajana. Un consejo, hay que estar temprano en el pueblo. Las once es buena hora para llegar ya que empieza a la una de la tarde. Tendrán tiempo de tomarse una sopita caliente en cualquiera de los bares del pueblo y así estarán preparados para disfrutarla.
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Una vez subida la información, el amigo Carmelo Álamo me suministró el cartel que les muestro a continuación

  


 


Le agradezco su rapidez y ese estar siempre al quite que le distingue.


¡¡ Feliz Navidad a todos!!

Roque, el del Sitio Bajo


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Hace pocos días, Pancho mantenía animada conversación con su amigo Juan Mederos –algún día escribirá algo sobre esta persona ejemplar- . En medio de la misma se usó una frase que nunca había oído: “Que se joa, mamá Loló”. Le pareció a Pancho que había dicho algo sobre el mal olor y preguntó:
-¿Qué dijiste, Juan, que no te entendí?
-¡Esta es una frase muy antigua que en mi casa se sigue empleando. Me la contó mi tío Mirito cuando era niño. Como te gustan estas cosas, la voy a contar y si te parece la pones con esas historias tuyas de internet!.

Vaya si me gustó. No queriendo ser egoísta, la comparto con ustedes:

En el Sitio Bajo, lugar situado bajo el macizo de Amurga y sobre la presa de La Sorrueda, en la parte de San Bartolomé de Tirajana, vivía un joven llamado Roque. Era un chico “cortito”, dicho con mucho cariño, con un bajo coeficiente intelectual. Siempre se movió en un territorio muy pequeño del que apenas salió un par de veces para ir a San Bartolomé al médico. Saben que en aquellos tiempos, a estos niños se les escondía y decían que era “para no pasar vergüenza”. Hoy, hemos avanzado mucho –ventajas de la democracia- y están perfectamente visibles e integrados en la sociedad, algunos llegan, como el resto de los jóvenes al más alto nivel en sus estudios.

Seguimos.
Uno de los pocos vecinos del Sitio, una veintena en total, se llamaba José Teodomiro, conocido por Mirito, hombre que sentía aprecio y empatía con Roque.
Un día caminando en dirección al barranco oyó a nuestro personaje cantando a voz en grito. Le extrañó, pues hacía apenas dos días había fallecido su madre, Dolores, a la que llamaba, mamá Loló.
Cuando Roque advirtió la presencia de Mirito dejó de cantar. Poniéndose en situación, bajó el ala del sombrero en clara seña de que estaba disgustado y esperó con cara de tristeza.

Mirito le saludó, haciendo que no se había dado cuenta:
-¿Cómo estás, Roquito?
-¡Mamá Loló, se fue pa Tunte!
Estas palabras quisieron decir exactamente: Mi madre se murió y está enterrada en Tunte (San Bartolomé).
-¡No te preocupes hombre que allá arriba está bien!
Se refería al cielo, el Tunte de Roque.
Mirito siguió su camino, dejando atrás a un joven triste, con lágrimas en los ojos.
Cuando se encontraba alejado a unos cincuenta metros de distancia, de repente, el muchacho rompió a cantar como un desesperado.
Mirito, volviendo sobre sus pasos se llegó hasta Roquito, diciéndole:
-¡Coño, se muere tu madre y te pones a cantar!
La respuesta fue la siguiente:
-¡Que se joa, mamá Loló!

Sinónimo de: “el muerto al hoyo, el vivo al bollo”.
En sus entendederas, Roque se había expresado con rotundidad:
Ya que no puedo hacer nada, voy a cantar para olvidar.
Un saludo.

La tienda de Juanito Guerra



La historia de hoy se desarrolla alrededor del año 1950, en el pueblo y municipio de Valleseco, en Gran Canaria.
El lugar, una tienda de comestibles regentada por Panchita, aunque se la conoce más por el nombre de su esposo y también propietario, Juanito Guerra. No podemos decir que fuera una “tienda de aceite y vinagre”, más bien entraba en la categoría de almacén en general. Juanito tenía una  camioneta y con ella, se trasladaba casi todos los días a Las Palmas. Allí cargaba productos de importación y también frutas frescas, forraje de animales, etc.
El caso es que disponiendo de productos frescos y de calidad, la tienda/almacén fue cogiendo renombre. Venían personas de Valsendero, Lanzarote, Artenara, Firgas y hasta de Las Palmas a comprar.
Vemos a describirles ahora de forma breve, la tienda. A ambos lados de la puerta de entrada, estaban las argollas para amarrar las bestias. Nombre que se daba en esa época a las mulas, sufridos animales de carga. En algunas horas del día,  siempre ocupadas, lo que indica lo bien que iba el negocio. Más adentro y colgada del techo, una gran loncha (plancha, se decía entonces) de tocino, bien recubierta de sal. Un manjar era, en esa época, un bocadillo de tocino: un pan pequeño abierto con una tira de tocino del mismo tamaño dentro. Riquísimo. ¡Y nadie padecía de colesterol!.
Sobre el mostrador, entre otras cosas,  un tabal (1) de sardinas saladas. Comprabas una sardina y te la daban envuelta en papel vaso. Presionando el papel sobre la sardina se desprendía la parte externa, especialmente las escamas. Deliciosas de comer, acompañadas con su “pisquito” de ron.
Pasemos ahora a la anécdota correspondiente:
Era domingo. Mucha gente atraída por la fama de la tienda y la calidad de la fruta,  entre ellas, algunos clientes de la capital, Las Palmas. Panchita era algo autoritaria y, se estaba poniendo nerviosa porque los “capitalinos” no guardaban cola. Los parroquianos empezaron a protestar. Panchita reconvino:
            -¡Señora, tiene usted que esperar la vez!.
Lejos de esperar, la señora tildó de maleducada a Panchita y añadió un insulto grave
            -¿Que se van a creer los magos estos?
            -¿Señora, maga y maleducada yo? ¿Usted no es de aquí, verdad? ¿De donde es usted?
            -¡Yo, de la ciudad de Las Palmas y a mucha honra!
A lo que Panchita le puso el suculum.

            -¡Sabe lo que le digo, señora! ¡Los mejores cochinos que se han matado en mi casa, se han traído del Barranquillo de Don Zoilo (2)!
(1)

tabal

m. Barril de poca altura en que se conservan pescados en salazón y en especial arenques: recordaba los ultramarinos con su tabal de sardinas.

(2)
Para quien no conozca Las Palmas, el Barranquillo de Don Zoilo es un barrio que en las fechas en que transcurre la historia no tenía mucha categoría. Hoy, vivir allí, es un lujo.


Dedicado a una bella flor, ausente de Canarias: la Violeta del Perú